Según la UAH (Universidad de Alcalá), la contabilización individual de consumos de calefacción en una vivienda media evita la emisión a la atmósfera del CO2 equivalente a las emisiones de un coche recorriendo casi 2.000 kilómetros.
De esta forma, con la instalación de contadores o repartidores de calefacción y válvulas termostáticas, cada familia ahorra una media de 230 € cada año en su calefacción, un dinero que hoy está gastando por algo que no necesita ni disfruta, y que muchas veces se escapa, en forma calor sobrante o de CO2, por la ventanas y chimeneas de los edificios de nuestro país.
Si comparamos la rentabilidad de la inversión necesaria para la instalación de contadores individuales de calefacción (o repartidores de costes) y válvulas termostáticas con otras iniciativas de eficiencia energética mucho más populares y que cuentan con importantes subvenciones, tales como los aislamientos térmicos, cambio de ventanas, cambio de calderas, etc. el saldo es abrumador. La contabilización individual de consumos de calefacción es, sin duda, la iniciativa de eficiencia energética más ventajosa, con periodos de amortización de un máximo de 2 años, cuando otras iniciativas consideradas rentables -y subvencionables- tienen periodos de amortización que superan los 7 años.
No es sólo ahorro…es confort
El ahorro es muy relevante – para España son 250 millones de euros que pasan a formar parte de la renta disponible, creando empleo y dinamizando el consumo- pero es también muy importante entender que la contabilización individual de la calefacción aporta el necesario confort a los hogares.
El confort, o la libertad de elegir y mantener en cada vivienda la temperatura deseada en cada momento, y en cada estancia, sólo se obtiene con dos condiciones:
- Que las familias, en sus hogares, tengan transparencia y fácil acceso a toda la información sobre su consumo, y sepan cuánto, cómo, cuándo y dónde consumen su calefacción.
- Que tengan las herramientas necesarias para poder gestionar y modular su propio consumo de calefacción, y por tanto, ahorrar y alcanzar la temperatura y confort deseados en cada estancia de su vivienda.
Es decir, el único modo de ahorrar y alcanzar el nivel de confort deseado es conociendo cuales son los propios hábitos de consumo, y pudiendo actuar en función de esa información. Con información y con herramientas, cada familia alcanzará su temperatura idónea, la temperatura que de verdad hace que no pasen ni mucho calor –y tengan que abrir las ventanas- o mucho frío – y tengan que llamar al Presidente de la Comunidad a quejarse-.
En eso consiste la contabilización individual de calefacción: por un lado ofrece a cada familia la posibilidad de saber cómo, cuánto, cuándo y dónde consume su calefacción, a través de los contadores o repartidores de costes y del acceso fácil a la información que éstos proporcionan. Y por otro lado, aporta las necesarias herramientas para que cada familia se autorregule, ahorre y obtenga su nivel óptimo de confort: las válvulas termostáticas.
Más de 1 millón de repartidores ya instalados, con un balance muy positivo
En España, a pesar de la falta de legislación (llevamos desde el 2014 esperando) muchas familias han decidido empezar a beneficiarse de los efectos de la contabilización individual, con un balance muy positivo.
Según estimaciones de AERCCA, desde 2012, año de publicación de la Directiva Europea de Eficiencia Energética, se han instalado más de 1 millón de repartidores de costes y unas 750.000 válvulas termostáticas en los radiadores, y en muchos casos se ha aprovechado para hacer un equilibrado hidráulico de la instalación. Esto significa que casi doscientas mil familias ya están ahorrando y disfrutando de un mejor confort. En concreto, gracias a lo ya instalado, estas comunidades de vecinos ahorran unos 30 millones de euros anuales, evitándose la emisión a la atmósfera de 0,15 tCO2.
El balance ha sido muy positivo principalmente porque la percepción de los vecinos es, además, muy favorable. Se ahorra, sí, por supuesto, y además de da al vecino la información de su consumo y las herramientas para su gestión. De las encuestas realizadas por AERCCA entre los vecinos que han instalado repartidores y válvulas termostáticas se obtienen las siguientes conclusiones:
- Más del 80% de los vecinos tiene la percepción de que han ahorrado en calefacción.
- Más del 95% de los vecinos creen que gestionan mejor su gasto en calefacción con las válvulas termostáticas
- Más del 65% de los vecinos creen que tienen un mayor confort, o pasan menos frío.
Un futuro lleno de importantes retos
Todo esto ha sido posible al esfuerzo y empeño de un sector que, a pesar de los disgustos y continuos vaivenes sufridos principalmente por la incertidumbre regulatoria, hemos apostado porque nuestros clientes ahorren y mejoren sus niveles de confort, pagando sólo por la calefacción que consumen. Hoy, gracias a ese esfuerzo, contamos con un sector muy especializado, hemos aprendido de los errores, y estamos muy preparados para afrontar el futuro.
Un futuro, el de la contabilización individual de calefacción, en el que tendremos que afrontar importantes retos:
- Habrá que instalar repartidores de costes y válvulas termostáticas en 8 millones de radiadores en los próximos 3 o 4 años. Esto va a suponer entrar en todas esas viviendas, explicar al vecino lo que vamos a hacer, darle consejos para ahorrar, cambiar su forma de actuar con respecto a su propio consumo de calefacción. Todo esto supone, posiblemente, la mayor revolución de los últimos años en el comportamiento de las familias con respecto a su consumo energético, y tendrá un impacto social enorme. ¿Estamos preparados y sabremos hacerlo bien desde el principio?
- No sólo habrá que entrar en las viviendas e instalar; la parte más relevante es que después las familias recibirán una liquidación de su calefacción, un nuevo recibo que hoy se incluye en la cuota de comunidad y que pasará a ser un recibo de consumo, como hoy es el agua, la luz o el gas. ¿Seremos capaces de dar a estas familias un servicio con la calidad adecuada? ¿Qué garantías tiene un edificio de que la instalación y el servicio que recibe son correctos?
- ¿Nos atreveremos a aprovechar la oportunidad para optimizar la eficiencia de los sistemas centralizados de calefacción? Existe una gran cantidad de calderas centrales que están ya obsoletas, sobredimensionadas o sencillamente no son eficientes. ¿Nos atreveremos a aprovechar la oportunidad para mejorar esas ineficiencias, optimizando el confort de los vecinos, mejorando, por ejemplo, el equilibrado hidráulico de las instalaciones?
Entonces ¿estamos preparados?
Sí, definitivamente estamos preparados para afrontar el reto de la contabilización individual de calefacción en España. Llevamos muchos años preparándonos y tenemos la obligación de que esta iniciativa sea un éxito en España. Pero recordemos las cautelas que tenemos que tener en cuenta, las claves para que todo este proceso funcione bien desde el principio:
- Los dispositivos de medición, repartidores o contadores, deben ser de calidad, y cumplir con la norma vigente.
- El instalador debe tener la formación necesaria, y realizar la instalación sujeto a unos mínimos exigibles de calidad. Para eso están entidades independientes como Aenor, que garantiza cuales son esos mínimos de calidad.
- La empresa que haga el servicio de reparto de costes debe tener la suficiente y acreditada experiencia. Es muy importante que el reparto se haga de forma justa, se realicen bien las estimaciones, y se cuente con el sistema de información adecuado.
- El usuario final debe exigir y recibir información de su consumo, al menos con una frecuencia mensual. No nos olvidemos: el usuario que sabe cómo, cuándo y dónde consume tiene muchas más herramientas para ahorrar que el que no tiene esa información.
- Las autoridades, fundamentalmente los gobiernos autonómicos, deben apoyar esta iniciativa con información, apoyo institucional, y labores de inspección.
La contabilización individual de calefacción tiene todos los mimbres para ser un éxito en nuestro país, y lo será gracias al esfuerzo de todos los implicados, y principalmente gracias al usuario final, el vecino, quien con su cambio de comportamiento podrá pasar a controlar y gestionar su propio gasto energético, y por tanto ahorrar.
ARTÍCULO PUBLICADO EN REVISTA CLIMAEFICIENCIA – OCTUBRE 2019