El incremento del dióxido de carbono en la atmósfera es una de las principales causas del calentamiento global, por lo que es imprescindible que limitemos sus emisiones, así como otros gases de efecto invernadero (metano, óxidos de nitrógeno, ozono, clorofluorocarbonos) o la situación será irreversible.
Para lograrlo, es necesario que cambiemos nuestra forma de producir y consumir, pasando de una economía lineal a una basada en criterios de circularidad y sostenibilidad. Se trata de fomentar una conciencia sobre el gasto, entendiendo este no solo como un consumo de bienes materiales, sino también de recursos, como la energía.
Calentemos nuestro hogar, enfriemos el planeta.
En este contexto de reducción de las emisiones, nuestras viviendas juegan un papel destacado. ¿Sabías que la calefacción es responsable del 56% de las emisiones contaminantes? Es, sin lugar a dudas, uno de los factores más contaminantes, incluso por encima del tráfico rodado (13%).
De hecho, en Europa, el parque edificado es responsable del 39% de las emisiones totales de CO2, y de estas, un 28% se corresponden con lo que denominamos emisiones operativas –aquellas que se producen cuando tenemos que iluminar… o calentar un edificio–. ¿Cómo podemos limitarlas? La rehabilitación con criterios de eficiencia energética podría ser la clave de esta disminución del consumo de energía. No se trata únicamente de actuar sobre la cubierta, mejorar el aislamiento de la fachada o cambiar las ventanas. Durante el proceso de renovación del edificio también podemos mejorar otros elementos que elevan este porcentaje de emisiones de CO2, como la calefacción central.
En nuestro país, cerca de 1,4 millones de viviendas tienen calefacción central. Individualizando los consumos se podrían dejar de emitir 1,05 millones de toneladas de gases de efecto contaminante a la atmósfera cada año. Con la instalación de contadores de calefacción se podría reducir en un 25% el volumen total de emisiones. De esta manera, se contribuirá a reducir la polución en las grandes ciudades, mejorando la salud de sus habitantes.
Una movilidad consciente
Como hemos señalado anteriormente, el tráfico rodado es el segundo factor más contaminante en las ciudades. En este sentido, cabe señalar que desde la Administración y las empresas se han llevado a cabo iniciativas para impulsar otra forma de movilidad más verde: la peatonalización de algunas vías; la reducción del acceso de vehículos altamente contaminantes al centro de las ciudades; el fomento del uso de bicicletas, patinetes y vehículos compartidos, y, por supuesto, la apuesta por incentivar el uso del vehículo eléctrico.
Un vehículo movido por baterías no contamina nada mientras circula, pero la energía consumida durante su fabricación y la de los materiales empleados sí pueden ser fuentes contaminantes. Sin embargo, según la legislación europea, al menos un 40% de la producción eléctrica debe provenir de fuentes renovables, por lo que las emisiones indirectas de un coche eléctrico se situarán en algo más de tres kilogramos de CO2 de media por cada 100 km, una quinta parte de las emisiones de un vehículo de gasolina actual.
Pero su implantación no está exenta de dificultades. Uno de los mayores handicaps a los que se enfrentan estos vehículos es la ausencia de estaciones de carga. ISTA, consciente de esta necesidad, cuenta con una amplia oferta de dispositivos que se pueden instalar tanto en viviendas particulares, como en comunidades de vecinos, oficinas y otras instalaciones comunes.
La lucha contra el cambio climático es responsabilidad de todos: Administración, ciudadanos, pero también empresas, que debemos ser capaces de dar respuestas eficaces que nos permitan abordar la reducción efectiva de las emisiones de CO2 y otros GEI. Es importante ser conscientes de nuestro papel, pero también de las herramientas que tenemos a nuestra disposición para luchar contra el calentamiento global.